jueves, 29 de septiembre de 2011

LAS COMUNIDADES PAULINAS


Dentro de la vida del apóstol Pablo es de suma importancia el resaltar ciertos aspectos generales de las comunidades con las cuales el tuvo bastante cercanía y compartió durante sus viajes dejándoles un legado de enseñanzas con respecto al seguimiento de Jesús y de como debían de vivir quienes estaban dispuestos a dejarlo todo con tal de ir tras las huellas del maestro; por tanto es de considerar que el apóstol siempre pretendió demostrar a un Cristo vivo y lleno de muchas cualidades que eran dignas de imitar para quienes le seguían. 
Durante el viaje misionero del apóstol Pablo por las diferentes comunidades es importante mencionar que luego de su conversión al cristianismo Pablo les exhorta a vivir conforme a  la voluntad de Dios; Testimonio de estas comunidades son las cartas de Pablo, entre la que están las auténticas de Pablo escrita por el apóstol antes de su muerte y son: 1 Tesalonicenses, que es el escrito más antiguo del Nuevo Testamento (año 50-55 d.c.), 1 y 2 de Corintios, Gálatas, Romanos, Filemón y Filipenses.
Las demás cartas de Pablo fueron escritas hacia los años 80 d.c, cuando el apóstol había muerto, por eso se les llaman deutero-paulinas, del segundo Pablo, es decir, basado en la Pseudonimía , el apóstol elegido por Pablo para guiar a esas comunidades, conocidas y fundadas por él, les escribe con la autoridad y los criterios de Pablo en la nueva situación que vive la comunidad ahora que Pablo no está, son: Segunda a Tesalonicenses, Efesios, Colosenses y las Pastorales: 1 y 2 a Timoteo y Tito.      
Es de resaltar de igual manera dos recomendaciones que hace san Pablo a los cristianos: «amaos cordialmente los unos a los otros; estime más cada uno a los otros (Rm 12, 10); «Ayudaos mutuamente a llevar vuestras cargas» (Ga 6, 2). Por otra parte en cuanto a la organización de las comunidades paulinas. Las fuentes de que se dispone hacen imposible abrazar toda la realidad de la organización de las comunidades paulinas. No hay ningún escrito de estas comunidades que hable de este tema. Los Hechos no tratan el tema. Las cartas de san Pablo ofrecen sólo algunos datos esporádicos.
La organización es particular, no comparable a los estatutos de una corporación pagana; el orden se basa sobre el fundamento sobrenatural sobre el que la Iglesia sabe que ha sido fundada, o sea, su Señor, que es quien dirige su Iglesia a través de su Espíritu. Es el Espíritu quien hace crecer la joven Iglesia, dirige a Pablo en su camino misionero, da éxito a su actividad, crea el orden de la vida comunitaria, se sirve, como de instrumentos, de algunos miembros de la comunidad que asumen deberes especiales que sirven a este orden y organización.
En este orden, su fundador, Pablo, ocupa un puesto único, que tiene su última motivación en su inmediata llamada a ser apóstol de las Gentes. El es consciente de tener autoridad y plenos poderes para ello, tomando decisiones que vinculan a su comunidad; Pablo es para sus comunidades la máxima autoridad como maestro, como juez y legislador: es el vértice de un orden jerárquico; de igual modo, aparecen hombres dedicados a la asistencia de los pobres o a dirigir el culto; pero las comunidades paulinas eran ministeriales, estructuradas de la siguiente manera: Apóstoles, profetas, doctores, más adelante en las pastorales los que tienen estos cargos son llamados "ancianos, presbíteros", "episcopoi" que deben regir la Iglesia de Dios como pastores con su rebaño, Hch. 20, 17.28). En Filipenses se nombra también a los diáconos.
Junto a los miembros de la jerarquía ministerial, se encuentran en las comunidades paulinas los carismáticos, cuya función es substancialmente diversa: sus dones especialmente son dados directamente por el Espíritu a cada persona. Los carismáticos intervienen en las reuniones  con  sus acciones de gracias llenas de fervor, infunden entusiasmo a los seguidores de la nueva fe. Esto trae algunos problemas: algunos llegan a sobrevalorar su propia fe, y Pablo tiene que intervenir (1 Cor.14).
Las comunidades paulinas no se consideran independientes las unas de las otras; un cierto nexo se había construido ya con la persona de su fundador. Este les había inculcado el fuerte ligamen que les unía con la comunidad de Jerusalén. Pablo era consciente de que todos los bautizados de todas las iglesias constituyen el "único Israel de Dios" (Gal. 6, 16), que son miembros de un único cuerpo (1Cor. 12,27), la iglesia formada por judíos y gentiles (Ef. 2, 13.17).  
Otro de los aspectos a resaltar es la vida religiosa de las comunidades paulinas tiene su centro en la fe en el Señor glorificado, que confiere tanto a su culto como a su vida religiosa cotidiana la impronta decisiva. Esto correspondía a la predicación de Pablo, en cuyo centró está y debe estar Cristo. La predicación relativa a Cristo debe ser aceptada con real fe, de lo que depende la salvación. Esta fe en el Kyrios, incluye el convencimiento de que en él habita corporalmente la plenitud de la divinidad.
A la comunión de los creyentes en el Señor se es acogido mediante el bautismo, que hace eficaz la muerte expiatoria que Jesús tomó sobre sí por nuestros pecados (1Cor. 15,3). Con el bautismo se renace a una nueva vida: esta convicción hace que el bautismo tenga un puesto esencial en el culto del cristianismo paulino.
Los fieles se reunían en "el primer día de la semana" (Hch. 20,7): se abandona el sábado, se reúnen en sus casas privadas, se produce una separación cultual con el judaísmo. Se cantan himnos de alabanza y salmos, con los que se expresa la alabanza al Padre en el nombre del Señor Jesucristo (Ef. 5, 18).
Núcleo central del culto es la celebración eucarística, la cena del Señor. Particulares sobre su celebración no se encuentran en san Pablo: se une a una comida que debe reforzar la íntima cohesión de los fieles, pero en que infelizmente, en algunas ocasiones, se ostentaba la diferencia social entre los miembros de la comunidad. La fracción del pan  se presenta como la real participación del cuerpo y la sangre del Señor, sacrificio incomparablemente mayor que los del Antiguo Testamento; es prenda de la comunión definitiva con él, que se realizará en la segunda venida, que es ardientemente deseada como muestra la exclamación de la comunidad en el banquete eucarístico.
La asamblea comunitaria era también la sede en que se predicaba la salvación: los contenidos de esta predicación era una instrucción sobre lo que los apóstoles habían enseñado sobre el Crucificado y Resucitado, el deber de los fieles de alabar al Padre, y perseverar en la espera de la vuelta del Señor, ayudándose mutuamente con la caridad fraterna. El contacto con el mundo pagano, exigía que las comunidades nacientes ejercitaran una ascesis y autodisciplina mayores aún que las del judaísmo de la diáspora. Que hubiera faltas dentro de las comunidades y la polémica por el ser apóstol de Pablo, lo revela el hecho de las continuas amonestaciones de Pablo en sus cartas. 
Es pues importante decir que aún en nuestras comunidades parroquiales se vive ciertos aspectos tomados de la vida en comunidad que nos plantea el apóstol Pablo y a la  vez es él quien nos da testimonio de vida comunitaria al enseñarnos en que se ha de anunciar a un Cristo vivo y resucitado en medio de nosotros y a decir siempre no soy yo el que vivo sino que es Cristo el que vive en mí. 



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